coma metabólico al alcanzar una determinada concentración; en general, causan el coma al determinar una acidosis descompensada, fruto de la acumulación y exceso de la compatibilidad y eficacia de los sistemas tampones y de los mecanismos de eliminación del pulmón y de los ríñones. Entre los comas de este tipo más frecuentes están: el coma urémico, en casos de uremia grave; el coma diabético, que sobreviene típicamente en las personas diabéticas después de fatigas, viajes, depresiones, transgresiones del régimen, etc.; el coma hipoglucémico, que puede ser espontáneo (en pacientes que sufren hipoglucemia) o terapéutico (en los tratamientos insulínicos neurológicos o psiquiátricos, o en los de la diabetes); el coma hepático, en casos de cirrosis hepática, cáncer hepático, etc.; el coma suprarrenal, en casos de insuficiencia suprarrenal grave; el coma tiroideo, en el hipertiroidismo y en los mixedemas; el coma tetánico, etc. Muchos de estos comas meta-bólicos se deben a la acidosis * (urémica, diabética, hepática, suprarrenal, etc.) o a la profunda alteración metabólica que la acido-sis revela. Si bien es improbable que la acidosis, por sí sola, pueda originar el coma, sí que, unida a los otros trastornos metabólicos que siempre la acompañan, actúa sobre los centros nerviosos. El coma también se da en enfermedades del sistema nervioso central, tales como: epilepsia, lesiones crónicas del sistema nervioso (parálisis general, tabes dorsal), hipotensión craneal, meningitis, encefalitis, traumatismos craneales, insolaciones o enfriamientos graves, etc. Por último, el coma es muy frecuente en la fase final de cualquier enfermedad infecciosa,
